No importa dónde estés ni con quién estés, yo te llevaré siempre: en el alma, en el corazón; porque tristemente aun estando lejos y aunque no te tenga, tú, sigues siendo ese amor verdadero que no expira. Te guardaré con tanto cariño y te recordaré: te recordaré esbozando una sonrisa como una madre recuerda siempre los primeros pasos de su niño, las primeras palabras. No importa que ese esbozo se convierta después en un doloroso quebranto; porque, aun sollozando, aun con las mejillas secas escaso de tus besos, yo siempre te recordaré.
Lincol D. Yzaguirre